
Los sistemas de microcogeneración crean, en el mismo edificio o vivienda, una pequeña central de energía que consigue generar electricidad y agua caliente sanitaria a partir de combustible. Estos sistemas, no tan diferentes a una caldera y con un funcionamiento similar al de un coche, son ya una alternativa más que interesante para asegurar un consumo energético más eficiente y ahorrar gasto energético. Todas estas características la están convirtiendo en una opción ideal para un sector en alza: el de las casas y hoteles rurales.
La microcogeneración no deja de ser la hermana pequeña de una vieja conocida, la cogeneración. Este sistema se emplea cada vez más en industrias como la papelera o la gestión de residuos y está llamado a ser un factor clave del llamado mix energético que España implantará para lograr los objetivos de la Unión Europea en su lucha contra el cambio climático. Para que se considere micro, debe producir un máximo de 50 kw, aunque el concepto se extiende hasta dispositivos de potencias de hasta 1 MW. . Sea cual sea su tamaño, el sistema siempre es el mismo: utilizar el calor que se produce al convertir la energía de combustible (por ejemplo, gas) en electricidad para, a su vez, emplearlo como fuente de energía.
Una vieja idea, nuevas aplicaciones
La idea de cogeneración es casi tan antigua como la propia electricidad. De hecho, este sistema fue inventado por Thomas Edison y empleado en la primera central eléctrica urbana. La corriente alterna ganó la batalla a la corriente continua, sobre la que se basaba este desarrollo, y los sistemas centralizados basados en grandes centrales eléctricas (térmicas, nucleares…) se extendieron por el mundo industrializado. Pero eso es el pasado: la irrupción de las energías renovables y la conciencia medioambiental han puesto a la cogeneración (y a su versión micro) de nuevo en el tapete de juego.
Pero, ¿dónde se aconseja el uso de microcogeneración? Es apropiada en instalaciones de edificios de viviendas, oficinas, hospitales así como en algunas aplicaciones industriales como pueden ser plantas de biogás. Y, por supuesto, para mantener negocios como hoteles, restaurantes y casas rurales. Tanto para viviendas como para el sector terciario, el sector baraja tres opciones: motores de combustión interna, propulsado con gas o propano; un motor de combustión externa (motor Stirling), que puede alimentarse con cualquier producto derivado del petróleo; y las calderas de condensación con pila de combustible. Cada sistema tiene un coste y ventajas determinadas, así que déjate aconsejar por un especialista para elegir la mejor opción en función de tu consumo y necesidades.
Sea cual sea tu elección, saldrás ganando con las ventajas de la microcogeneración: es un sistema que no depende de la climatología (como sí lo hacen la energía fotovoltaica o los microgeneradores de aire), el dispositivo ocupa poco espacio, ahorrarás en emisiones de gases efecto invernadero y evitarás las pérdidas tanto de calor como de electricidad que conlleva su transporte desde un sistema central, ubicado lejos de tu vivienda o negocio. Además, no hacen más ruido que una caldera convencional y su mantenimiento es parecido al de un motor de coche de grandes dimensiones.
El sector recuerda que, hoy por hoy, no es recomendable depender exclusivamente de la microcogeneración pues la instalación no sería rentable o tendría un rendimiento bajo, pero en negocios como las casas rurales (donde los consumos no son excesivos) sí supone una alternativa que reduce considerablemente la dependencia al enchufe de la red eléctrica. Y recuerda varias cosas: la actual legislación establece ayudas a fondo perdido para su instalación y permite, incluso, vender a la red general tu excedente. Si tienes un negocio hotelero, rural o no, en marcha, piénsatelo.